Desde el momento en que nacen, los niños y niñas comienzan a descubrir el mundo a través de los sentidos: la voz de sus madres y padres, los sonidos del entorno, los colores y las formas. En esta etapa tan temprana, los cuentos se convierten en una herramienta poderosa que va mucho más allá del entretenimiento: son una puerta abierta al lenguaje, la imaginación y el vínculo afectivo.
Estimulan el desarrollo del lenguaje
Escuchar cuentos desde los primeros meses de vida ayuda a los niños a familiarizarse con los sonidos, las palabras y las estructuras del idioma. Aunque un bebé aún no hable, su cerebro está absorbiendo el ritmo, la melodía y el significado del lenguaje. Con el tiempo, esta exposición temprana facilita la comprensión y expresión verbal.
Favorecen el desarrollo cognitivo
Cada historia ofrece nuevas situaciones, personajes y emociones que estimulan la curiosidad y la memoria. Los niños y niñas aprenden a anticipar lo que ocurrirá, a identificar patrones y a relacionar imágenes con palabras. De esta manera, los cuentos se convierten en una primera experiencia de pensamiento lógico y comprensión del mundo.
Fortalecen el vínculo afectivo
Leer o contar un cuento implica cercanía, contacto visual y tiempo compartido. Es un momento de conexión emocional que refuerza el vínculo entre el adulto y el niño/a. La voz del cuidador transmite seguridad, calma y amor, elementos fundamentales para el desarrollo emocional saludable.
Despiertan la imaginación y la creatividad
Los cuentos permiten que los niños exploren realidades distintas a la suya, imaginando mundos, personajes y situaciones. Esto alimenta su capacidad creativa y los prepara para resolver problemas, expresar emociones y pensar de manera flexible.
Fomentan hábitos positivos
Incorporar la lectura como parte de la rutina diaria —antes de dormir, después del baño o durante el juego— ayuda a crear hábitos saludables desde temprano. Los niños asocian los libros con placer, cercanía y tranquilidad, lo que aumenta las probabilidades de que en el futuro sean lectores interesados y reflexivos.

En resumen
Contar cuentos a los niños y niñas de 0 a 3 años no es solo una actividad divertida: es una inversión en su desarrollo emocional, lingüístico y cognitivo. A través de las historias, los pequeños/as descubren palabras, sentimientos y valores que los acompañarán toda la vida.
Así que, aunque parezca que aún no entienden todo, cada cuento deja una huella invisible en su corazón y en su mente.